martes, 30 de marzo de 2010

La Mano que Mece el VCS

Aún me duraban los efectos resacosos. Cuando desperté, pasado el mediodía, tenía perdida la noción del tiempo y me faltaron unos minutos para identificar el lugar donde me encontraba. Vaya colocón del copón.


No perdí el tiempo, y nada más despedirme del joven Eugène subí a mi habitación y metí aquel enigmático CD en el Mac. Me dispuse a escuchar atentamente los mensajes, las instrucciones o... lo que fuera que contuviera ese disco. Me acomodé en el sillón y... Creo que me dormí...

"Où sont les femmes?/avec leurs gestes pleins de charme/Dites-moi où sont les femmes? /femmes, femmes, femmes, femmes/où sont les femmes?..." sonaba a todo trapo esta genialidad de copla que escribí hace treinta y tantos años para mi amigote al cual tanto me recordaba la cara de Eugène. Sonaba pero en clara competición con el ruido de voces y risas de mucha gente junta, lo que se dice una fiesta, vamos. Traspasé la doble puerta y me encontré en un recibidor todo pintado de blanco y con unas estanterías como único mobiliario. Por descontado yo conocía aquel lugar.

Salió a mi encuentro Emyl, vestido con mi pijama de rayas favorito y mis hermosas zapatillas doradas de andar por casa. De entrada me pareció un exceso de confianza que usara mis ropas, pero al momento pensé "cuñu, si se tiene que hacer pasar por mí mismo tendrá que tirar de mi fondo de armario, más bien estrecho por cierto". Llevaba en una mano una copa de champán mientras que con la otra me daba palmaditas en la espalda.

- Mi hejjjmano cósmico querido -comenzó a decir con un tono mudulado por los vapores etílicos- por poco te pierdes la fiesta... Anda ven y pasa que quiero prrresentajjjte a unas amigas...

Me arrastró, sí casi podría decirse que lo hizo así y del brazo, al salón de mi céntrico pisito parisíno de estilo minimalista hasta dar asco, que estaba ocupado por una veintena de chicas bailando al son de aquella pegadiza sonata que ahora se repetía: "Elles portent un blouson noir/
elles fument le cigare/font parfois un enfant/par hasard!
...". Iban ligeritas de ropa, por no decir medio en bolas, bebiendo y fumando sin cortarse un pelo. Una de ellas, botella de champán en mano, se marcaba un baile subida a mi barra americana imitada muy de cerca por otra que pisaba con sus pies desnudos una de mis sillas de metacrilato.

- ¡Eeehh -gritó a pulmón lleno Emyl - que ha llegado yajjjjjj mi hejjjmano cósmico... Como Doraemon, errr gato cojjjmico! -soltó a modo de chiste lo que desembocó en una risotada general por parte de todo el femenino aforo-.

Me empezaron a recibir con besos y abrazos mientras me jaleaban como suelen hacerlo en mis conciertos gritando mi nombre. Alguien puso en mi mano una copa colmada de vinorro espumoso que no tardaron en derramarme encima. Ahí me di cuenta que yo iba vestido con aquel jersey tan psicodélico que usé para la portada del single de una de mis canciones, aquella en cuyo videoclip me acechaban tres tías con el pelo esculpido con toneladas de laca.

- ¡Bueno, bueno -intervino Emyl- que me lo llevo un rajjjjto, vale! -nuevamente me arrastraba tras él- ¡Pero que no decaiga la fiejjjta, espajjjjnoles! -se partía de la risa él solito-.

Entramos en el cuarto de baño y cerró la puerta detrás mía. Por la ventana pude ver la calle y era de día. "Este fiestorro me va a costar una buena bronca de la Comunidad de Vecinos", pensé ligeramente atribulado. Emyl cerró la tapa del váter y me invitó a tomar asiento, cosa que él hizo después sentándose en el lavabo.

- Oye, hejjjmanito, antes de nada, que ejjjto de la fiesta tiene su ejjjjplicación... -se contrajo ligeramente y soltó un sonoro eructo-Ay, perdón, jejeje. Verás, es que creo que ejjta es una buena forma de... de identificajjj posibles ultrafans infijjjtrados -apuró de un trago su copa y tomó prestada la mía que yo ni había probado-.

- Pero, Emyl -interrumpí antes de que empezara a hablar de nuevo-, al final no aparecieron en Toulouse. Ni tampoco en Lyon, Bercy o Estrasburgo... Por cierto que vaya solo raro te marcaste en las "Variations" de ese concierto. ¿No querrá decir eso que han desistido de sus intenciones de atentar contra mí?...

Se quedó callado y mirándome como muy fijamente, balanceándose con un poco de peligro sobre la encimera del lavabo. Por un momento pensé que iba a potar y me preparé ante una posible arcada.

- Hejjjmano mío -soltó tras diez segundos de etílica pausa- tengo que confesjjjte una importante revelación... -hizo amago de inclinarse hacia mí con gesto de confidencia pero casi pierde el equilibrio en el intento, cosa que sí le pasó con la copa que cayó al suelo, milagrosamente sin romperse- Ejjjcucha, estamos ante un asunto más complicado de lo quejjj creiamos -adoptó un gesto de suprema seriedad, todo lo que su estado le permitía claro-... En ejjjtos días, hejjjmano, he decubierto al instigadorr y cabecilla de ejjjta conspiración -hizo una nueva pausa tras una falsa alarma de fatigosis-... Lo quejjj te voy a decijjj te va a resultar muy, muy -hizo oscilar el dedo índice delante mía- muy difícil... Tenemos al enemigo en casa, hejjjmano, los dirigen dejjjde adentro -disparó el dedo hacia abajo peligrando, nuevamente, su ya inestable horizontalidad-.

- ¿Desde dentro?... ¿cómo de dentro, qué quieres decir con "dentro", Emyl? -pregunté.

- Por la gloriajjj de nuestra madre, que pojjj cierto me dijo por teléfono el otro día... ¿O fuejjj ayer?... -divagaba- Bueno, que dice que se apunta para el conciejjto de Grecia... Puejjj por su gloria te digo que el gran instigador de éjjjjta es de los nuejjjtros, de nuejjjtro equipo... Él essss -se me hizo un nudo en la garganta con tanto suspense-... ¡Rumber, tu amigo Paco Rumber!.

- ¡Nooooooooooooo!... Espera ¿Has dicho Rumber? -reaccioné-, pero si no tenemos a ningún Rumber en el equipo, ¿a quién cojones te refieres?.

Se adelantó en un rápido movimiento, demasiado como para preverlo, apoyándose sobre mi hombro para no darse el castañazo padre y me susurró al oído...

- ¿No esperarás que diga su verdadero nombre, verdad? No solo nos pueden cerrar el blog, sino que además las paredes escuchan. Joé, afina un poco la inteligencia: Paco... Rumber...

"No se le escapa una al Emyl éste -pensé-; cómo controla el tío". Entonces el entendimiento vino a mí: El jefe de los ultrafans, quien los dirige tras la cortina de cada uno de nuestros conciertos, quien les manda mensajes lanzados desde nuestros propios sintetizadores, el autor de esta conjura demoníaca era uno de mis músicos, y no uno cualquiera, sino mi más cercano partner y amigo...

- ¡Nooooooooooooooo! -grité con auténtico terror y dolor-.

- ¿Se te han caído los pantalonejjj de la sojjjpresa, verdad mi querido hejjjmano? -dijo Emyl tratando de consolarme-. No fue facil dejjjcubrirlo, porque el Rumber ha demostrado ser muy, muy astuto -eructó, nuevamente-... Me fije que el tipo se ejjjcaqueaba mucho antes y dejjjpues de los ensayos, que tras los conciejjjtos siempre se juntaba con un montonazo de fans tuyos, supuejjjtamente para fijjjmar autógrafos...

Yo escuchaba completamente consternado sus argumentos. Efectívamente Rumber no perdía la oportunidad de mezclarse con los fans, con mis fans, que me esperaban a la salida de cada concierto. Incluso tenía constancia del estrecho lazo que le unía a algunos muy concretos, como aquellos que me volvió a colar en el hotel de Marsella...

- Ejjjtas pensando en los fans esos, en aquellos que volviste a ver en Marsella, ¿vejjjdad? -dijo, como leyendo mis pensamientos; no podía ser de otra manera, era mi jodido gemelo cósmico-. Los mismos que estuvieron de copas contigo y con la banda en el hotel, los mismos que unos años antes se encontraron contigo en Madrid en dos ocasiones -a medida que me desvelaba estos detalles parecía que se encontraba más sobrio-, los que te regalaron un DVD de Queen, ¿recuerdas?, el que dejaste al llegar aquí, a tu piso, tirado sobre la estantería y que, oh esto no lo podías ni imaginar, contiene en su interior un emisor de ultimísima tecnología con los que han controlado tus movimientos en los últimos tres años -a esas alturas la situación me sobrepasaba; todo aquello que decía era completamente cierto-. Síiii, los mismos que la noche del concierto de Marsella se apropiaron de tu cámara de fotos y estuvieron bicheando su contenido e instalando un software de seguimiento y transmisión de datos...

"Cuñuuuu, la cámara con mis foticas privadas", me dije para mí mismo mientras Emyl no cesaba de ofrecerme los datos que apoyaban sus conjeturas.

- Esta es la situación: Paco Rumber ha adoctrinado bien a un grupo de ultrafans, a quienes ha trasladado su odio hacia ti...

- Pero no jodas -aquello último me hizo volver a poner los pies en la tierra-, eso no puede ser cierto. Rumber es mi gran colega, un amigo leal que nunca se ha separado de mi. Que ha apoyado cada uno de mis proyectos y me ha ayudado en todos mis conciertos. No puede ser... debes estar equivocado, él nunca...

- Mi hermanito cósmico gemelo -interrumpió con una serenidad pasmosa y con una mirada que me hizo callar al instante-, démosle la vuelta a la tortilla: Rumber, el músico al que has explotado en los últimos 25 años, al que no le pagaste el alquiler de los sintes para el concierto de La Concorde, al que le robaste los arreglos para tantos temas tuyos, al que no le diste su parte de la pasta por las musiquitas para Match Tv argumentando que habían quebrado, el que se tuvo que pagar de su bolsillo el viaje a Dinamarca para el homenaje al cuentacuentos aquel y encima lo pringaste en los ensayos mientras tú te escaqueabas -tomó aire-... ¿Sigo? -no hizo falta contestar- El que se ha quedado plantado esperando que fueras a verlo a sus conciertos, al que le metiste el cambiado del VCS que se te estropeó por otro suyo flamante, el que duerme en una puta litera estrecha entre Dominic y Claudio mientras tú te regodeas de tener una cama redonda en la planta alta del superbús de la gira... Él, sí él, el músico en la sombra, el empleado puteado, el amigo de conveniencia, tu suministrador gratuíto de cacharrería musical, al que siempre ganas con trampas en las guerras de helicópteros teledirigidos -se levantó y alzó el dedo al cielo con un salomónico gesto-... Él el cabecilla de los ultrafans, el traidor.

Se me quedó el culo pegado a la taza del váter. En un minuto Emyl me había dado mil motivos que justificaban la conjura que planeaba sobre mi excelsa melena. Mi amigo, mi partner durante tantos años, tramaba metérmela doblá apoyado por su jauría de ultrafans espagnolos...

"When was all this?/when did it all begin?/when will it end?/c'est la vie...". La música que ahora escuchaba y que procedía del salón donde no parecía haber nadie ahora, como en aquel cuarto de baño donde ahora estaba solo y todo parecía borrarse, enlazaba con mis pensamientos. También en la grabación de aquel disco, el de mi foto petado de botox, lo tuve a pan y agua haciendo arreglos musicales.

"Love and tears/whispers and cries", remataba la copla en el momento en que me dejé caer en un profundísimo sueño con la sensación de haber perdido un trozo inmenso de mi alma.

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