miércoles, 24 de marzo de 2010

Bonjour Madrid

Ha sido un despertar extraño tras una noche también extraña llena de sueños, imágenes y melodías. Podría decirse que parecía que fuera un concierto mío, de aquellos de antes, pero en plan pesadilla, con niebla, trozos de pantallas que se desprenden, amenazas de bomba y un par de fans frikis en primera fila.


Llegué tarde al aeropuerto de Madrid, Barajas, y tras hacerle saber al taxista mi destino, no sin poco trabajo ya que yo el espagnolo lo manejo cortito y con sifón -un "queréis más mierda" y un "hola Madrid" como mucho-, me encasqueté en el Novotel Campo de las Naciones. Está bien eso de la tarjeta de fidelización que tengo porque el desayuno me sale gratis. Caí en la cama vestido y así mismo me he despertado pasadas las 11 de la mañana.

Pues eso, una noche rara, rara, rara. El careto chino que ilustra la portada de uno de mis discos flotaba sobre mí y empezaba a girar y girar produciendo un efecto espiral muy chisposo y psicodélico. Entraba por mis orejas un hermoso soniquete cantado en franchute: "Dandy, un peu maudit, un peu vielli/mes musiciens sont rides/sur ce clavier/qui s'est jauni...". De repente me veía a mí mismo sentado en la tercera fila del patio de butacas de un auditorio casi en penumbras, apenas iluminado por los haces de luz rojo que disparaban unos cañones tras el escenario. Como digo me veía a mí mismo porque yo mismo me miraba desde encima del escenario, pero a la vez sentía que no era yo. En realidad era Emyl, tenía buen aspecto el tío, el mismo que yo sin ir más lejos, y mientras sonreía se dirigía a mí.

- Hermano Jarre, todo ha salido perfectamente. Nadie se ha percatado de nuestro cambio, ni tan siquiera Dominic, que ya sabes que siempre anda con un ojo puesto en todos sitios. El tío muy callado, pero no se le escapa ni una. Conecté al segundo con los músicos y con el público, que se mostró muy entusiasta a pesar de estar mezclados entre ellos algunos fans conspiradores. No hubo lugar para ellos, incluso cuando deliberadamente cometí unos fallos en "Oxygene 2" para tantearles no fueron capaces de mover un dedo contra mí. Ni un abucheo, nada. Por lo demás el Zenith de Toulouse es una sala con muy buena acústica y una estética muy futurista, vamos que parece un jodido platillo volante. El público como siempre entusiasta y... Bueno, vamos al asunto por el que me he metido en tus sueños. Mi hermano gemelo, escucha bien -su tono se volvió grave y por momentos su sonrisa pareció borrarse-: Estás en Madrid porque es preciso que te muevas en lugares donde no seas demasiado popular. Mira que habría sido sencillo camuflarte en una ciudad apestada de gente como Pekín, pero allí te conoce hasta el portero de la Ciudad Prohibida. Vamos, que estás muy visto por aquellos lares. Pero en Madrid puedes pasar inadvertido, lo cual es imprescindible para el desarrollo de nuestro trabajo.

Yo ya a esas alturas estaba un poco espesillo y me distraje un poco mirando el número de filas y butacones que había en la sala. "9000 localidades, por lo menos -pensé para mí mismo-, aquí se saca una buena caja, sí señor". En esas andaba yo cuando se escuchó un sonido muy familiar y de los pies de Emyl brotó un rayo verde que rebotó como un veloz rayo -no podría ser de otra manera- en su mano y me endiñó de pleno en el entrecejo.

- ¡¡Aaaahh, quema...!!! -grité-.
- ¡Es necesario que atiendas y no olvides lo que te voy a decir! -espetó bien mosqueado-. Hay alguien en Madrid que te ayudará a culminar una fase importante de nuestra misión. No te preocupes, él mismo se presentará ante ti. Lo único que tienes que hacer es dirigirte a la dirección que he metido en tu cerebro con el rayo láser -"cojonudísimo soporte de datos el rayo", pensé-. Pero al igual que contarás con aliados también hay individuos que te buscarán problemas en caso de descubrirte... Cosa poco probable porque en Madrid no eres nadie, pero bueno, estate al loro.

De repente todo empezó a nublarse un poco, como si fuera un fundido en negro así muy a lo Felini, y todo desapareció poco a poco, mientras podía escuchar cada vez más de fondo "free free freedom, freedom free, freedom day/look, will you come back baby/you will come back now, You will come back now...", hasta que desperté en la cama con todo el pelucón pegado a la cara.

Pillé un poco del desayuno continental por los pelos, ya que estaban recogiendo el comedor, y salí del hotel rapidito. Estaba nublado y corría fresquito, pero pensé que estaba bien andar un poco así que no tomé ningún taxi de la puerta. Algo del entorno me llamó la atención y me sorprendió: Justo frente a la entrada principal del Novotel, al otro lado de la calzada se erguía un tremendo edificio acristalado que no tardé relacionar con algún concierto mío. "Sí, ahí fue -susurré recordando-, ahí fue donde me los llevé bien calentitos los billetes de unos pocos". Sonreí y al momento solté una carcajada. Todo estaba bien, de repente me sentí muy ligero. De alguna manera me había quietado un peso de encima.

Tomé la avenida abajo en busca de mi Destino... y de un bocata de calamares, que me dijeron en Recepción que en la Plaza Real los hacen buenísimos.

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