martes, 30 de marzo de 2010

La Mano que Mece el VCS

Aún me duraban los efectos resacosos. Cuando desperté, pasado el mediodía, tenía perdida la noción del tiempo y me faltaron unos minutos para identificar el lugar donde me encontraba. Vaya colocón del copón.


No perdí el tiempo, y nada más despedirme del joven Eugène subí a mi habitación y metí aquel enigmático CD en el Mac. Me dispuse a escuchar atentamente los mensajes, las instrucciones o... lo que fuera que contuviera ese disco. Me acomodé en el sillón y... Creo que me dormí...

"Où sont les femmes?/avec leurs gestes pleins de charme/Dites-moi où sont les femmes? /femmes, femmes, femmes, femmes/où sont les femmes?..." sonaba a todo trapo esta genialidad de copla que escribí hace treinta y tantos años para mi amigote al cual tanto me recordaba la cara de Eugène. Sonaba pero en clara competición con el ruido de voces y risas de mucha gente junta, lo que se dice una fiesta, vamos. Traspasé la doble puerta y me encontré en un recibidor todo pintado de blanco y con unas estanterías como único mobiliario. Por descontado yo conocía aquel lugar.

Salió a mi encuentro Emyl, vestido con mi pijama de rayas favorito y mis hermosas zapatillas doradas de andar por casa. De entrada me pareció un exceso de confianza que usara mis ropas, pero al momento pensé "cuñu, si se tiene que hacer pasar por mí mismo tendrá que tirar de mi fondo de armario, más bien estrecho por cierto". Llevaba en una mano una copa de champán mientras que con la otra me daba palmaditas en la espalda.

- Mi hejjjmano cósmico querido -comenzó a decir con un tono mudulado por los vapores etílicos- por poco te pierdes la fiesta... Anda ven y pasa que quiero prrresentajjjte a unas amigas...

Me arrastró, sí casi podría decirse que lo hizo así y del brazo, al salón de mi céntrico pisito parisíno de estilo minimalista hasta dar asco, que estaba ocupado por una veintena de chicas bailando al son de aquella pegadiza sonata que ahora se repetía: "Elles portent un blouson noir/
elles fument le cigare/font parfois un enfant/par hasard!
...". Iban ligeritas de ropa, por no decir medio en bolas, bebiendo y fumando sin cortarse un pelo. Una de ellas, botella de champán en mano, se marcaba un baile subida a mi barra americana imitada muy de cerca por otra que pisaba con sus pies desnudos una de mis sillas de metacrilato.

- ¡Eeehh -gritó a pulmón lleno Emyl - que ha llegado yajjjjjj mi hejjjmano cósmico... Como Doraemon, errr gato cojjjmico! -soltó a modo de chiste lo que desembocó en una risotada general por parte de todo el femenino aforo-.

Me empezaron a recibir con besos y abrazos mientras me jaleaban como suelen hacerlo en mis conciertos gritando mi nombre. Alguien puso en mi mano una copa colmada de vinorro espumoso que no tardaron en derramarme encima. Ahí me di cuenta que yo iba vestido con aquel jersey tan psicodélico que usé para la portada del single de una de mis canciones, aquella en cuyo videoclip me acechaban tres tías con el pelo esculpido con toneladas de laca.

- ¡Bueno, bueno -intervino Emyl- que me lo llevo un rajjjjto, vale! -nuevamente me arrastraba tras él- ¡Pero que no decaiga la fiejjjta, espajjjjnoles! -se partía de la risa él solito-.

Entramos en el cuarto de baño y cerró la puerta detrás mía. Por la ventana pude ver la calle y era de día. "Este fiestorro me va a costar una buena bronca de la Comunidad de Vecinos", pensé ligeramente atribulado. Emyl cerró la tapa del váter y me invitó a tomar asiento, cosa que él hizo después sentándose en el lavabo.

- Oye, hejjjmanito, antes de nada, que ejjjto de la fiesta tiene su ejjjjplicación... -se contrajo ligeramente y soltó un sonoro eructo-Ay, perdón, jejeje. Verás, es que creo que ejjta es una buena forma de... de identificajjj posibles ultrafans infijjjtrados -apuró de un trago su copa y tomó prestada la mía que yo ni había probado-.

- Pero, Emyl -interrumpí antes de que empezara a hablar de nuevo-, al final no aparecieron en Toulouse. Ni tampoco en Lyon, Bercy o Estrasburgo... Por cierto que vaya solo raro te marcaste en las "Variations" de ese concierto. ¿No querrá decir eso que han desistido de sus intenciones de atentar contra mí?...

Se quedó callado y mirándome como muy fijamente, balanceándose con un poco de peligro sobre la encimera del lavabo. Por un momento pensé que iba a potar y me preparé ante una posible arcada.

- Hejjjmano mío -soltó tras diez segundos de etílica pausa- tengo que confesjjjte una importante revelación... -hizo amago de inclinarse hacia mí con gesto de confidencia pero casi pierde el equilibrio en el intento, cosa que sí le pasó con la copa que cayó al suelo, milagrosamente sin romperse- Ejjjcucha, estamos ante un asunto más complicado de lo quejjj creiamos -adoptó un gesto de suprema seriedad, todo lo que su estado le permitía claro-... En ejjjtos días, hejjjmano, he decubierto al instigadorr y cabecilla de ejjjta conspiración -hizo una nueva pausa tras una falsa alarma de fatigosis-... Lo quejjj te voy a decijjj te va a resultar muy, muy -hizo oscilar el dedo índice delante mía- muy difícil... Tenemos al enemigo en casa, hejjjmano, los dirigen dejjjde adentro -disparó el dedo hacia abajo peligrando, nuevamente, su ya inestable horizontalidad-.

- ¿Desde dentro?... ¿cómo de dentro, qué quieres decir con "dentro", Emyl? -pregunté.

- Por la gloriajjj de nuestra madre, que pojjj cierto me dijo por teléfono el otro día... ¿O fuejjj ayer?... -divagaba- Bueno, que dice que se apunta para el conciejjto de Grecia... Puejjj por su gloria te digo que el gran instigador de éjjjjta es de los nuejjjtros, de nuejjjtro equipo... Él essss -se me hizo un nudo en la garganta con tanto suspense-... ¡Rumber, tu amigo Paco Rumber!.

- ¡Nooooooooooooo!... Espera ¿Has dicho Rumber? -reaccioné-, pero si no tenemos a ningún Rumber en el equipo, ¿a quién cojones te refieres?.

Se adelantó en un rápido movimiento, demasiado como para preverlo, apoyándose sobre mi hombro para no darse el castañazo padre y me susurró al oído...

- ¿No esperarás que diga su verdadero nombre, verdad? No solo nos pueden cerrar el blog, sino que además las paredes escuchan. Joé, afina un poco la inteligencia: Paco... Rumber...

"No se le escapa una al Emyl éste -pensé-; cómo controla el tío". Entonces el entendimiento vino a mí: El jefe de los ultrafans, quien los dirige tras la cortina de cada uno de nuestros conciertos, quien les manda mensajes lanzados desde nuestros propios sintetizadores, el autor de esta conjura demoníaca era uno de mis músicos, y no uno cualquiera, sino mi más cercano partner y amigo...

- ¡Nooooooooooooooo! -grité con auténtico terror y dolor-.

- ¿Se te han caído los pantalonejjj de la sojjjpresa, verdad mi querido hejjjmano? -dijo Emyl tratando de consolarme-. No fue facil dejjjcubrirlo, porque el Rumber ha demostrado ser muy, muy astuto -eructó, nuevamente-... Me fije que el tipo se ejjjcaqueaba mucho antes y dejjjpues de los ensayos, que tras los conciejjjtos siempre se juntaba con un montonazo de fans tuyos, supuejjjtamente para fijjjmar autógrafos...

Yo escuchaba completamente consternado sus argumentos. Efectívamente Rumber no perdía la oportunidad de mezclarse con los fans, con mis fans, que me esperaban a la salida de cada concierto. Incluso tenía constancia del estrecho lazo que le unía a algunos muy concretos, como aquellos que me volvió a colar en el hotel de Marsella...

- Ejjjtas pensando en los fans esos, en aquellos que volviste a ver en Marsella, ¿vejjjdad? -dijo, como leyendo mis pensamientos; no podía ser de otra manera, era mi jodido gemelo cósmico-. Los mismos que estuvieron de copas contigo y con la banda en el hotel, los mismos que unos años antes se encontraron contigo en Madrid en dos ocasiones -a medida que me desvelaba estos detalles parecía que se encontraba más sobrio-, los que te regalaron un DVD de Queen, ¿recuerdas?, el que dejaste al llegar aquí, a tu piso, tirado sobre la estantería y que, oh esto no lo podías ni imaginar, contiene en su interior un emisor de ultimísima tecnología con los que han controlado tus movimientos en los últimos tres años -a esas alturas la situación me sobrepasaba; todo aquello que decía era completamente cierto-. Síiii, los mismos que la noche del concierto de Marsella se apropiaron de tu cámara de fotos y estuvieron bicheando su contenido e instalando un software de seguimiento y transmisión de datos...

"Cuñuuuu, la cámara con mis foticas privadas", me dije para mí mismo mientras Emyl no cesaba de ofrecerme los datos que apoyaban sus conjeturas.

- Esta es la situación: Paco Rumber ha adoctrinado bien a un grupo de ultrafans, a quienes ha trasladado su odio hacia ti...

- Pero no jodas -aquello último me hizo volver a poner los pies en la tierra-, eso no puede ser cierto. Rumber es mi gran colega, un amigo leal que nunca se ha separado de mi. Que ha apoyado cada uno de mis proyectos y me ha ayudado en todos mis conciertos. No puede ser... debes estar equivocado, él nunca...

- Mi hermanito cósmico gemelo -interrumpió con una serenidad pasmosa y con una mirada que me hizo callar al instante-, démosle la vuelta a la tortilla: Rumber, el músico al que has explotado en los últimos 25 años, al que no le pagaste el alquiler de los sintes para el concierto de La Concorde, al que le robaste los arreglos para tantos temas tuyos, al que no le diste su parte de la pasta por las musiquitas para Match Tv argumentando que habían quebrado, el que se tuvo que pagar de su bolsillo el viaje a Dinamarca para el homenaje al cuentacuentos aquel y encima lo pringaste en los ensayos mientras tú te escaqueabas -tomó aire-... ¿Sigo? -no hizo falta contestar- El que se ha quedado plantado esperando que fueras a verlo a sus conciertos, al que le metiste el cambiado del VCS que se te estropeó por otro suyo flamante, el que duerme en una puta litera estrecha entre Dominic y Claudio mientras tú te regodeas de tener una cama redonda en la planta alta del superbús de la gira... Él, sí él, el músico en la sombra, el empleado puteado, el amigo de conveniencia, tu suministrador gratuíto de cacharrería musical, al que siempre ganas con trampas en las guerras de helicópteros teledirigidos -se levantó y alzó el dedo al cielo con un salomónico gesto-... Él el cabecilla de los ultrafans, el traidor.

Se me quedó el culo pegado a la taza del váter. En un minuto Emyl me había dado mil motivos que justificaban la conjura que planeaba sobre mi excelsa melena. Mi amigo, mi partner durante tantos años, tramaba metérmela doblá apoyado por su jauría de ultrafans espagnolos...

"When was all this?/when did it all begin?/when will it end?/c'est la vie...". La música que ahora escuchaba y que procedía del salón donde no parecía haber nadie ahora, como en aquel cuarto de baño donde ahora estaba solo y todo parecía borrarse, enlazaba con mis pensamientos. También en la grabación de aquel disco, el de mi foto petado de botox, lo tuve a pan y agua haciendo arreglos musicales.

"Love and tears/whispers and cries", remataba la copla en el momento en que me dejé caer en un profundísimo sueño con la sensación de haber perdido un trozo inmenso de mi alma.

lunes, 29 de marzo de 2010

Recluido en el Hotel

No he salido de la habitación del hotel en dos días. No he permitido que el servicio pase dentro y solo he tenido contacto con el mozo que me trae la comida que pido.

Tengo grabada en mi cabeza la imagen de aquel individuo, de su cara pegada a la ventana del taxi con una expresión de absoluta desesperación, como de animal acechante... Intento recordar algún detalle de lo que llevaba en la mano, que podría jurar que se trataba de un CD, pero no hay manera, estaba demasiado asustado para fijarme en eso.

Es ahora cuando soy consciente del peligro que me amenaza, a pesar de las continuas advertencias de Emyl sobre la posibilidad de que me encontraran aquí, en Madrid. Y aunque también me aseguró que un aliado vendría a mi encuentro, hasta ahora sigo más solo que el tato. Ayer, en un momento de jiñamiento total, no me pude resistir y le pegué un toque al teléfono de Emyl. Estaba desconectado, lo cual no hizo sino asustarme aún más. Pero luego caí en la cuenta que a esa hora estaría aún sobre el escenario del Country Hall de Lieja, lo cual hizo que me percatara de qué manera me había desconectado de todo lo referente a mi gira mundial y la confianza absoluta con la que había entregado esta responsabilidad a Emyl. Pero como me dijo vía onírica hace unas noches, todo iba sobre ruedas.

Movido por la curiosidad saqué de la maleta mi MacBook y lo conecté a la red del hotel. Antes de nada pasé por mi blog personal y pude comprobar que Luís y Tomás seguían haciendo bien su trabajo publicando algo de vez en cuando.

- "¡Cuñu! - exclamé- si ha estado mi tío Jean Nicolás en el concierto de Marsella. Hace años que no lo veo, y espero que eso haya ayudado a Emyl para no levantar sospechas. De buena me he librado: Anda que no cuenta batallitas el abuelo cebolleta éste..."

Miré unos cuantos videos en YouTube y me quedé fascinado de la manera tan exacta con que Emyl había adoptado mi papel sobre el escenario: Se mueve igualito a mí, toca los platillos con la misma destreza y retuerce los knobs de los AKS con igual gesto de excitación tal cual estuviera tocando pezones. Eso sí, parece más fondón que yo, se tiene que notar con la liposucción que me hice hace unos meses, y gasta un acento inglés rarito, nada que ver con mi excelente dicción. Pero el jodío lo borda, incluso con la coplilla nueva que estábamos estrenando... Bueno, tampoco es que sea algo muy complicado, pero hay que reconocer que mi papel le va como un guante: Hasta el solo de "Oxygene 2" lo hace a la perfección: Casi no se nota que lo interprete Dominic.

Comprobar que el trabajo de Emyl era tan perfecto que no había indicios de que nadie se había percatado del cambio, a pesar de la aparición del clon de Juver del otro día, me inyectó optimismo. Posiblemente solo se tratara de algún fan espagnolo que pensó reconocerme y que después comprobaría que se tenía que haber confundido, pues "estoy" de gira por ahí. Genial, genial, fantássssstico...

Atravesé un suelo lleno de bandejas con restos de comida, abrí mi maleta y me enfundé una de aquellas camisetas con mi careto que durante un tiempo encontraba por todos lados. Mirándome al espejo mientras me mesaba la cabellera pensé que era hora de salir ahí fuera y cumplir mi parte de la misión.

viernes, 26 de marzo de 2010

Natasha y el Oso

Cuando llegué a la Puerta del Sol de Madrid todo me resultó un poco familiar. Pensé que esto se debía en parte a la alegre señora que me recibió nada más apearme del taxi y que me vendió un manojito de una planta medicinal escasísima por aquí y de sorprendentes propiedades medicinales, entre ellas la estimulación sensual y sexy. Creo que hice un buen negocio al pagar 20 leuros por la plantita ésta, que creo recordar se llamaba Gomero o algo así.

Bueno, el caso es que esta mujerota, la herboristera, se me antojaba muy parecida a mi amiga Natasha, aquella que vino a canturrear en mi disco aquel en cuya portada salgo inflao de botox. Vamos, era casi igual, pero con 20 años más y 20 kilos menos. Jejeje -me reía yo solo para mis adentros- que cantúa estaba Natasha, qué orondita, no veas cómo zampaba en los cáterings de los sitios donde fuimos a hacer playbacks.
Me acuerdo ahora especialmente de una vez que fuímos a una televisión de España a grabar un playbackazo de esos que a mí me gusta, porque miro a la camara con ojitos entornados y pose sexy y le arreaba guiños a Natasha para poner caldeado el ambiente sin preocuparme de a qué tecla le arreo. El tipo que mandaba en el asunto iba de un lado para otro vestido con smoking y pajarita y gritando con su voz nasal a guionistas, regidores y camarógrafos. Se le veía bastante repelente. Minutos antes de grabar pasó por nuestro camerino y allí estábamos Natasha tomando unos Donetes para afinar la voz -¿y para qué?, decía yo, si es playback- y yo dándome unos retoques en mi cabellera más cortita de lo habitual. Este hombre se presentó allí con una especie de títere, por cuyo ojete llevaba introducido su brazo, que simulaba ser un lugareño de esos que se dedican al asunto de la vendimia, con su boina calada y un buen entrecejo peludo. Pero lo más flipante es que no era el hortera de la pajarita el que hablaba, sino el muñeco engorrillao.

- ¡Ay qué connntennnto estoyy, Xanmixé -fonéticamente literal- de que vengas a mi pograma! ¡Venga, venga, que ya vais a estar saliendo, y no sus retraséis que m'enfado!

Yo entonces flipaba, mirando dónde habían colocado la cámara oculta, pero según me soplaron más tarde el tipo es que es así mismamente y suerte tuvimos, me aseguraron, que viniera con el guante del cateto con boina y no con una especie de niñardo travestido y maquillado, que entonces sí es pesado de verdad. En fin, el playback nos quedó bien fino, sin muchos primeros planos de Natasha que le sale cara de angustiada cuando canta, y la gente que estaba allí aplaudió mucho y lo pasó del carajo pipa.

Pues ese detalle, el de Natasha y la herboristera, es el que pienso que me dejaba una sensación familiar andurreando por la Puerta del Sol. Aunque más tarde, pasando por una calle cercana, me topé con un hotelazo donde pasé una noche que vine de promoción, por eso me sonaba todo un poco, de haber estado antes allí. Por entonces tenía contratillo con Warner, que habían planeado muy bien una campaña para colarme en el rollo discotequero. Normal, siendo yo la base inspiradora de medio universo dance y además con mi fachada de jovenzuelo sexy y sensual los de Warner lo vieron claro.
Y la cosa habría salido bien si no fuera por el tema del dinero. Siempre el vil metal por medio. Me contaron que no calcularon bien del todo los costes, y entre unos anuncios en TV patrocinando un programa sobre brujas y el tremendísimo facturón que les encajaron los del hotel aquél (le faltaba fachada para pegar todas las estrellas que tenía; estaba bien bueno pero de verdad), sumado a que no se vendieron muchos discos de aquel mío donde salían dos muñequitos tó calentorros, derivó en que me dieran el finiquito y la puerta. Pero yo se que eso son solo excusas, porque el Cd se vendió tela de bien, que me lo dijo un reponedor de un Jarrefour de París, donde la gente se los llevaba de 20 en 20... Bueno, al menos uno lo hizo así.

Paseaba yo por aquella plaza, mirando la estatua que tienen allí -que debe ser de Botero, pinta tiene- de un oso arreándole fino a un arbolito. Y fue como una inspiración instantánea. Lo ví clarísimo: La portada de mi próximo disco tenía que ser algo así, mostrando una mala bestia mosquedada zarandeando un árbol cuya copa sería el planeta tierra. Todo así, muy en plan Granger, con tonazos pastel y un fondo a base de aerógrafo. Incluso de cada jalón que le daba al árbol-planeta el oso caerían desprendidas calaveritas, lo cual quedaría muy chulo en una edición en CD con portada en 3D. Ya se me ocurren mogollón de títulos para este disco, que saldrá a la venta en Diciembre y será doble: "Osogene"... O quizás mejor "Equinoso", aunque en inglés quedaría bordado de esta manera: "Magnetic Bears". Oh, sí ese será su título...

En esos pensamientos andaba yo cuando me percaté que alguien me estaba observando. A pocos metros de mí, mirando a través del hueco de la entrepierna del oso, y sin disimular su interés, había un joven que no me quitaba ojo. Vestía un jersey a rayas rojas y negras y su cara se parecía a la de mi compadre Juver en los tiempos en los que yo le iba colando canciones y haciéndole discos. Me aleje de allí echando la vista atrás a cada dos pasos, y efectivamente como me temía me estaba siguiendo. Apreté el paso, cosa que él hizo también, en el momento que me disponía a atravesar una calle. No me percaté del coche que circulaba por ella hasta escuchar el frenazo. Por poco me atropella. El conductor me dedicó unos buenos improperios que no me molesté en traducir, habida cuenta de su declarado mosqueo, pero entonces me di cuenta que se trataba de un taxista, así que de un salto entré en su coche y le espeté la dirección de mi hotel arengándole en francés a que se diera toda la prisa posible.

Fue un segundo antes de salir disparado que el chico que me perseguí pegó su cara al cristal de mi ventana. Llevaba algo en su mano, parecía un CD, pero no pude fijarme en nada más. El taxi lo dejó atrás mientras lo perdía de vista entre la gente.

Me habían encontrado...

jueves, 25 de marzo de 2010

Cambios

Mi habito de trabajar de noche en el estudio, todo rodeado de lucecicas, tocando un rato el teclado, jugando un par de partidas al Buscaminas y pegándome una escapadita a la nevera para catar el mouse de chocolate que tan bien me sale, favorece que me despierte tarde y sin haber desconectado del todo de mis obligaciones laborales. Es por eso que todas las mañanas me recreo estirándome en la cama y pensando en nuevos conciertos, en nuevas metas tecnológicas, en sacar nuevos discos a cascoporro...


A veces creo que con tanto imaginar se me va la pelota, y como además me gusta darle a la sin-hueso pues la cago anunciando ante la prensa recitales en Central Park (esto es ya recurrente; lo vengo haciendo desde tiempos de La Concorde), colaboraciones con aquellos germanos tan siesos o comprometiéndome a sacar dos o tres discos en el año. Hace algunos años se me fue la mano del todo y dije a un tío de France 2 que iba a tocar en Verano en un festival italiano. Yo había leído algo sobre éste en una revista y como ese día no tenía mucho que contar pues me salió esa trola. El caso es que en dos días se vendieron un trillón de entradas y ya todos mis fans empezaron a correr el bulo sobre mi inclusión en el cartel festivalero y ya no hubo quien parara el asunto. Incluso me llamó un tal Bancatti (un nombre que suena a leuros, por cierto) agradeciéndome mi interés en actuar allí, un sitio todo desolado donde Cristo perdió la alpargata. Yo me jiñé un poco, pero mi manager, que es muy tigresa -por no decir otra cosa- de astuta, les coló a los del festival unas clausulas en el contrato que no se las podía saltar ni un galgo, así que acabaron reculando y cancelando mi anunciada actuación.

Pero esta mañana mis pensamientos volaban más allá de esta sana costumbre mía. Hasta ahora apenas había tenido tiempo para analizar las consecuencias del cambio radical que mi vida había experimentado 48 horas atrás. Había muchos asuntos y responsabilidades de los cuales literalmente desaparecí, aunque Emyl estuviera ahí para sustituirme y por los que, según me garantizó, no tenía que preocuparme.

Uno de ellos, quizás el de mayor relevancia, era mi esposa. Las cosas como son, nos vemos poquito, porque ella anda rodando de un sitio a otro... Rodando peliculillas, quiero decir. Y yo con mi gira mundial pues lo mismo. Hasta tal punto nos cuesta coincidir que más de una vez me he visto solete en mi pisito parisino tan minimalista que tengo -con cuadros tirados por el suelo y estanterías petadas de mis photobooks concierteros- y me he planteado convertirlo en un picadero de jamelgas, que no solo hay fans barbudos entre mis seguidores. Pero luego me acuerdo de la que lié por culpa de aquel rollete con la asistenta de mi palacete y cómo se fue al carajo mi matrimonio con la Charlote. En fin, de todas formas mi señora se encuentra ahora promocionando una película nueva, "In Their Sleep", así que me temo que tardaremos un tiempo en pernoctar juntitos.

Con mis hijos no hay problema, porque cada cual va a su bola y solo se me arriman si hay concierto en sitios exóticos. La niña era más cansina y aparecía más de vez en cuando por los backstages, pero como le dije que ya era mayor para que tuviera que seguir dándole una paguita semanal ya se ha desligado un poco. El maguete no sale de Saint Tropez, y menos ahora con el buen tiempo y las fiestas de la Primavera a las que es asiduo. Y el otro, el más simplón, lo veo de higo a breva. Es muy secote él, como muy taciturno. Para mí que toma cosas raras con el Cola-Cao.

Y bueno, mi madre desde que se enganchó al rollo fitness y montó en su casita lionesa un gimnasio con máquinas de spinning, running y training se deja caer menos por mis giras. Con todo y con eso me prometió venir a alguno de los conciertos franceses, pero la convencí para que fuera más adelante, que estuviera yo más entrenado y metiera menos la gamba con los teclados y el arpa.

Aparte de todo esto sé que Emyl lo tiene todo bajo control. Se sabe todo sobre los músicos y el equipo de la gira porque tiene todos los dossiers de prensa y los programas de mano de las últimas giras. Dice que es como si los conociera de toda la vida, y que por eso no acaba de fiarse de dos de ellos: Dominic, del que dice que sabe más de lo que habla -y es que debe ser así, porque hablar habla poquísimo el jodío-, y el Zipy, el conductor de nuestro pedazo de autobús, porque según él estos profesionales acaban cogiendo mucho confianza y te sisan los mecheros o usan el cuarto de baño de los músicos cuando estamos ensayando. Ahí le voy a tener que dar la razón.

Así que visto el asunto con otra perspectiva parece que me he quitado un gran peso de encima. No solo cuanto con la protección y ayuda de Emyl, que de paso que me salva del ataque de los ultrafans me facilita estas vacaciones, sino que además las pocas responsabilidades personales que tenía no precisan de mi atención directa. Fantaaassstico....

Con este estado de ánimo pletórico, con las energías renovadas tras partirme la espalda durmiendo, decidí disfrutar de este nuevo día y disfrutar de una ciudad que me acogía y favorecía mi anonimato. Eso sí, hoy toca tirar de taxi, porque ayer me tiré tres horas caminando hasta la Plaza Real para encontrarme cerrado el bareto aquél de los bocatas de calamares y tener que acabar tomando unos Donuts en un Starbucks.

Por cierto, que no veas la cantidad de boquetes y obras que hay por toda Madrid. Y luego se quejaban en el Ayuntamiento porque yo quería cortar por una semana una avenida para dar un conciertete.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Bonjour Madrid

Ha sido un despertar extraño tras una noche también extraña llena de sueños, imágenes y melodías. Podría decirse que parecía que fuera un concierto mío, de aquellos de antes, pero en plan pesadilla, con niebla, trozos de pantallas que se desprenden, amenazas de bomba y un par de fans frikis en primera fila.


Llegué tarde al aeropuerto de Madrid, Barajas, y tras hacerle saber al taxista mi destino, no sin poco trabajo ya que yo el espagnolo lo manejo cortito y con sifón -un "queréis más mierda" y un "hola Madrid" como mucho-, me encasqueté en el Novotel Campo de las Naciones. Está bien eso de la tarjeta de fidelización que tengo porque el desayuno me sale gratis. Caí en la cama vestido y así mismo me he despertado pasadas las 11 de la mañana.

Pues eso, una noche rara, rara, rara. El careto chino que ilustra la portada de uno de mis discos flotaba sobre mí y empezaba a girar y girar produciendo un efecto espiral muy chisposo y psicodélico. Entraba por mis orejas un hermoso soniquete cantado en franchute: "Dandy, un peu maudit, un peu vielli/mes musiciens sont rides/sur ce clavier/qui s'est jauni...". De repente me veía a mí mismo sentado en la tercera fila del patio de butacas de un auditorio casi en penumbras, apenas iluminado por los haces de luz rojo que disparaban unos cañones tras el escenario. Como digo me veía a mí mismo porque yo mismo me miraba desde encima del escenario, pero a la vez sentía que no era yo. En realidad era Emyl, tenía buen aspecto el tío, el mismo que yo sin ir más lejos, y mientras sonreía se dirigía a mí.

- Hermano Jarre, todo ha salido perfectamente. Nadie se ha percatado de nuestro cambio, ni tan siquiera Dominic, que ya sabes que siempre anda con un ojo puesto en todos sitios. El tío muy callado, pero no se le escapa ni una. Conecté al segundo con los músicos y con el público, que se mostró muy entusiasta a pesar de estar mezclados entre ellos algunos fans conspiradores. No hubo lugar para ellos, incluso cuando deliberadamente cometí unos fallos en "Oxygene 2" para tantearles no fueron capaces de mover un dedo contra mí. Ni un abucheo, nada. Por lo demás el Zenith de Toulouse es una sala con muy buena acústica y una estética muy futurista, vamos que parece un jodido platillo volante. El público como siempre entusiasta y... Bueno, vamos al asunto por el que me he metido en tus sueños. Mi hermano gemelo, escucha bien -su tono se volvió grave y por momentos su sonrisa pareció borrarse-: Estás en Madrid porque es preciso que te muevas en lugares donde no seas demasiado popular. Mira que habría sido sencillo camuflarte en una ciudad apestada de gente como Pekín, pero allí te conoce hasta el portero de la Ciudad Prohibida. Vamos, que estás muy visto por aquellos lares. Pero en Madrid puedes pasar inadvertido, lo cual es imprescindible para el desarrollo de nuestro trabajo.

Yo ya a esas alturas estaba un poco espesillo y me distraje un poco mirando el número de filas y butacones que había en la sala. "9000 localidades, por lo menos -pensé para mí mismo-, aquí se saca una buena caja, sí señor". En esas andaba yo cuando se escuchó un sonido muy familiar y de los pies de Emyl brotó un rayo verde que rebotó como un veloz rayo -no podría ser de otra manera- en su mano y me endiñó de pleno en el entrecejo.

- ¡¡Aaaahh, quema...!!! -grité-.
- ¡Es necesario que atiendas y no olvides lo que te voy a decir! -espetó bien mosqueado-. Hay alguien en Madrid que te ayudará a culminar una fase importante de nuestra misión. No te preocupes, él mismo se presentará ante ti. Lo único que tienes que hacer es dirigirte a la dirección que he metido en tu cerebro con el rayo láser -"cojonudísimo soporte de datos el rayo", pensé-. Pero al igual que contarás con aliados también hay individuos que te buscarán problemas en caso de descubrirte... Cosa poco probable porque en Madrid no eres nadie, pero bueno, estate al loro.

De repente todo empezó a nublarse un poco, como si fuera un fundido en negro así muy a lo Felini, y todo desapareció poco a poco, mientras podía escuchar cada vez más de fondo "free free freedom, freedom free, freedom day/look, will you come back baby/you will come back now, You will come back now...", hasta que desperté en la cama con todo el pelucón pegado a la cara.

Pillé un poco del desayuno continental por los pelos, ya que estaban recogiendo el comedor, y salí del hotel rapidito. Estaba nublado y corría fresquito, pero pensé que estaba bien andar un poco así que no tomé ningún taxi de la puerta. Algo del entorno me llamó la atención y me sorprendió: Justo frente a la entrada principal del Novotel, al otro lado de la calzada se erguía un tremendo edificio acristalado que no tardé relacionar con algún concierto mío. "Sí, ahí fue -susurré recordando-, ahí fue donde me los llevé bien calentitos los billetes de unos pocos". Sonreí y al momento solté una carcajada. Todo estaba bien, de repente me sentí muy ligero. De alguna manera me había quietado un peso de encima.

Tomé la avenida abajo en busca de mi Destino... y de un bocata de calamares, que me dijeron en Recepción que en la Plaza Real los hacen buenísimos.

martes, 23 de marzo de 2010

Gemelos Cósmicos

Ocurrió ayer, 22 de Marzo. El resto del equipo partió la noche anterior, bien tarde, con destino a Toulouse para preparar con tiempo el concierto de esta noche. No sé hasta qué punto fue casual que prefiriera quedarme en Niza y hacer noche en el Novotel Nice Centre. Seguramente las ganas de descansar en un colchón jodidamente cómodo y en una habitación con baño propio. Eso de hacer kilómetros y kilómetros en autobús espalda con espalda con media docena de tíos... Que, sí muy colegas y todo eso, pero con cierta edad los cuerpos tienen sus ruidos y carencias propias, y lo que al principio parece una escapada de estudiantes al final cansa.


El caso es que dormí a pierna suelta, pocas horas pero bien a gusto. Aún siendo temprano el comedor del hotel estaba petado de gente, así que decidí desayunar fuera. Bajé hasta Place Garibaldi, que es un sitio que me gusta mucho y por donde me dejo caer cada vez que bajo por Niza, sobre todo en Verano, porque es un sitio muy fresquito de noche y siempre hay músicos callejeros tocando algo. Pero la puta plaza estaba patas arribas por unas obras. Como en cualquier ciudad del puto mundo civilizado la casualidad hace que te abran el suelo justo allí donde vas a pisar. Así que opté por el café L'Entre2. en la calle Catherine Ségurane, donde te hacen un expreso en una cafetera dorada de metro y medio que parece una bomba atómica.

Serían las 9 de la mañana y antes del mediodía tenía que tomar un vuelo desde el aeropuerto Côte D'Azur hasta Toulouse para llegar justo a tiempo para la prueba de sonido. Estaba ojeando el Nice Matin, un diario local que seguramente recogería la crónica del último concierto. El reportero que mandaron para hacer la cobertura era bastante peculiar: Se empeñó en hacer sus preguntas en inglés y ¡¡ninguna de ellas estaba relacionada con la gira!!. Me picó la curiosidad leer su reportaje. En eso andaba yo cuando se sienta frente a mí, en mi misma mesa y sin mediar palabra, un tipo con una boina calada hasta las cejas, ocultas éstas bajo unas gafas negras bien chulas ("¿Dónde las habrá comprado?", me pregunté), una sonrisa amplísima como un anuncio de Colgate y barba de tres días. Cruzó y apoyó los brazos sobre la pequeña mesa

- ¿Señor Jarre? -interrogó en un francés de acento raro, raro, raro- Buenos días, disculpe la osadía de interrumpirle la lectura. No he podido reprimirme -y su sonrisa abarcó un tercio de su cara, o más- soy un gran, gran fan suyo...

Momento autógrafo. Uno está curtido en estos asuntos y este ritual diario, a veces molesto por lo inoportuno del mismo, lo desarrollo con presteza y corrección: Sonrisa y pregunta por el concierto del día anterior o por el último disco en promoción, mientras con señas pides un bolígrafo o algo para firmar... algo: Un CD, un ticket medio troceado, una camiseta o, como ahora parece estar de moda, un pianillo eléctrico que igual acaba en Ebay.

Pero el tipo seguía de brazos cruzados, sonriendo como si le hubiera dado un chungo y mordiera el aire. Repetí con la mano el gesto del bolígrafo a la par que dibujaba un interrogante en mi cara.

- ¿Eh?... ¡Ah, no! No, no es mi intención robarle un autógrafo. Y tampoco traje nada digno para ello. Aunque sepa -y se inclinó medio palmo hacia adelante- que tengo todos sus discos y en todos los formatos. Y le aseguro que eso no es fácil en el sitio del cual vengo...

No acabó la frase, pero mientras yo mantenía la sonrisa esperando esa revelación, él parecía menear la cabeza como invitándome a preguntarle por su procedencia. Dios, fueron cuatro irritantes segundos, y aquel tipo no dejaba de abarcar el puto local con su dentadísima sonrisa. Accedí.

- Y... ¿de dónde vienes... has venido al concierto... o, quiero decir, has llegado aquí... a Niza...?-me estaba poniendo nervioso. Vaya, tenía que tomar el avión y quería desayunar un croissant con uno o dos cafés- ejem, bueno, ¿de dónde eres?...

- Pues soy Uruguayo. Vengo de Uruguay-dijo complacido, desanudando por primera vez los brazos mientras parecía extenderlos por toda la estancia-. América del Sur-sonreía y asentía con la cabeza mientras me miraba tras las gafas negras ("¿serán de Affelou? No", me dije).

- Ah, sí, América del Sur es un lugar que me gusta mucho y donde espero poder ir en breve. Estoy en plena gira mundial, ya sabes, "world tour". Pues eso... En fin, en unas horas pillo un avión...

- ¿Sabe? Yo también soy músico -fulminó mi primer intento de evasiva-, por supuesto no de su nivel, claro. Aunque compartimos afinidad sonora y también... Oiga, perdone que sea algo brusco pero, ¿de verdad que aún no me ha reconocido? -dijo inclinándose de nuevo hacia mí y, por primera vez, mirándome por encima de sus gafas de sol-.

- ¿Reconocerte...? ¿Nos conocemos, de algún concierto quizás? es que con tantos coros, músicos locales, orquestas... ¿No tendrá algo que ver con la organización del Concierto del Eclipse - "malditos barcos de carga franceses", pensé para mis adentros-?, como ha dicho que es de aquellas latitudes...

- Entonces es verdad que aún no me ha reconocido... Debe ser alguna interferencia cósmica, -parecía estar hablando para él mismo, mientras se giraba para uno y otro lado señalando con ambas manos como si fueran las manecillas de un reloj- este bar está orientado noreste-suroeste. Eso no ayuda mucho...

Yo en ese momento ya no me preocupaba mucho de la cortesía inherente a la relación ídolo-fan, así que me dispuse a levantarme esgrimiendo una rápida excusa, una cosa a la que uno suele recurrir tras el minuto 2 en una firma de autógrafos post-concierto...

- Ya, verá como comprenderá estoy realmente ocupado. La gira... -alargó su mano izquierda y me sujetó por el brazo, descargando sobre él un calambrazo que me hizo caer de culo sobre la silla-.

- ¿No comprende, no entiende, aún no se ha dado cuenta? -dijo entre dientes, sin parar de sonreír mientras yo me frotaba el brazo intentando aliviar el efecto de la descarga de electricidad estática-. Esta ha sido la señal de confirmación, es lo que ocurre cuando dos gemelos cósmicos se encuentran cara a cara en un mismo plano espacio temporal. -Yo alucinaba en colores mirando al tipo ése mientras mis dedos recuperaban poco a poco la sensibilidad; tenía que salir de allí -. Hermano, hermano Jarre, soy yo, Emyl, he atravesado océanos de tiempo para encontrarte -aquello me sonaba de algo, pero no me dio lugar a recapacitar sobre ello- y por supuesto para ayudarte a aliviar tu pesada carga.

Tras decir esto, retiró sus gafas y se descubrió dejando caer sobre la mesa su boina y sobre sus hombros su melena, a la vez que con la boca abierta agitaba el dedo índice con vehemencia de una lado a otro, ni más ni menos como yo soliera hacerlo años atrás durante mi concierto en Houston. ¡Por el historial brigadista de mi madre, aquel tipo era exactamente igualito a mí!. Ahora extendía los brazos ante él, luciendo unos guantes blancos en las manos que no pude saber en qué momento se había colocado, y los movía a la par que emitía unos sonidos con flanger labial incorporado. ¡Mierda, está tocando mi arpa láser, y además lo hace de lujo!. Aún pude verlo balancearse de izquierda a derecha, sin dejar de mostrar toda la dentadura apretada, como si sujetara y tocara a manotazos un teclado portátil. ¡Dios, solo faltaba allí Honk Marvin!. Después de aquello se me nubló el sentido y la vista, se aflojaron mis piernas y empezó a sonar en mi sesera un familiar soniquete salmodiante: "Zig-Zag Dança é uma dança/que dá vertigens e nunca cansa...".

Abrí los ojos. Estaba en una habitación, en mi habitación del Novotel. Parecía que estuviera despertando en plena resaca, como aquellas que pillaba con mis colegas de The Dustbins. Sentado en la cama intenté recordar...

- Zig-Zag Dance, que confusao/que faz vibrar o coraçao -joder pero eso no lo estaba recordando; lo estaba escuchando ¡y además en 5.1!- Zig-Zag Dança, dança que faz sonhar... ¡Hola, ya despertaste hermano Jarre!.

Asomó la cabeza, melena al viento, tras la puerta de la salita anexa. Ahora todo volvía a mi cabeza, lo que había pasado antes de desvanecerme, en aquel café donde quedó mi croissant y mis dos expresos...

- ¿Te has dado cuenta que incluso me sé la letra en portugués de esa copla tuya, mi hermano? También me sé aquella de la Atlas en bereber.

Apareció ante mí, con su sempiterna sonrisa que ya quisiera para él el desdentado del Palmade, ataviado con una sudadera de éstas tan chulas que hemos sacado como merchandise oficial de la gira, pantalón negro y unas botrancas negras bien altas, además de unas gafas tornasoladas como las mías... "Parece que incluso compartimos centro óptico", pensé. El caso es que Emyl, mi gemelo cósmico, se mostraba como si fuera un jodido clon mío. Me levanté y me puse frente a él. Fue como estar mirando mi mismo careto en un espejo.

- Tu color de pelo...

- Sí. Es tu mismo tinte -sentenció adelantándose a mis palabras-.

- Pero si dejaron de fabricar Crecian 2000 hace 10 años. Incluso mis reservas de ese producto se agotan... -dije absorto en un alucine total-.

- Loreal no lo fabricaba en Europa -dijo susurrante sin dejar de sonreír-. La factoría principal estaba en Buenos Aires y fue la última en dejar de fabricar ese tono de tinte. La última partida comercializada está a buen recaudo en mi casa -culminó triunfal-.

- Ahora... Ahora no me cabe la menor duda -dije antes de estrecharlo... de estrecharme podría decir, en un abrazo- ¡Tú, Emyl, eres Yo, y Yo soy Emyl, somos gemelos cósmicos! - y ambos rompimos a llorar emocionados mientras una fastuosa pirotécnica virtual estallaba bajo el cielo raso de la habitación y sobre nuestras cabezas.

Hace algunas horas que me he despedido de mi gemelo cósmico en la terminal 2 del aeropuerto de Niza. Me maravillo de la facilidad con que hemos comprendido y asumido este cruce en nuestras vidas, la forma en que Emyl, que desde esta misma tarde ha dejado de ser él mismo para transformarse en mí mismo y ocupar mi lugar, me ha hecho entender que no estaba preparado para asumir el importantísimo papel que iba a desempeñar sobre el escenario de esta nueva gira. Me ha contado el sueño revelador que tuvo un mes atrás, en el cual yo estaba rodeado por los muñecotes de la portada de mi segundo disco exitoso dispuestos a darme canela fina a base de mamporros, mientras mis compañeros de escenario reían, hacían chistes y disparaban samples de sonidos de dibujos animados. Yo portaba en mis manos una caja registradora cerrada por un precinto donde se podía leer claramente: Toulouse. El arpa láser dibujaba grotescos rostros en el aire que me interpelaban amenazantes "where are you going?" cortándome el paso a cualquier posible escapatoria. Entonces apareció Emyl, disparando ondas de energía a través de un theremin, disipando a mis agresores, derritiéndolos. Emyl me explicó que aquel sueño fue la señal, la advertencia del linchamiento que me esperaba por parte de mis fans tras el concierto que debía ofrecer esta misma noche en Toulouse, y que le fue revelada la misión de salvarme, a mí, a su hermano gemelo cósmico.

Sus explicaciones me lo revelaron todo, como si se me abriera un tercer ojete con el cual ver la realidad: Grupos de fans de numerosos países estaban preparando una conspiración a nivel mundial, como mi nueva gira. Se abrían de dar cita en el Zenith de Toulouse, una de las tres salas de mayor aforo de la fase francesa de la gira. Me comentó algo que aparecía en "Las centurias" de Nostradamus anunciando este suceso, pero, la verdad, ahí me perdí un poco quizás porque andaba preparando la maleta -poca cosa, dos pantalones y unas cinco camisetas como una que me arrojaron hace dos años en un concierto en Madrid, las cuales, extrañamente, fueron apareciendo en mi apartamento, en mi oficina de management y hasta en una furgoneta del personal de montaje-.

Así que aquí estoy, a 500 metros de altura y volando a 350 km/h. en fase de aterrizaje sobre nuevo destino elegido. El lugar en el que debo empezar un proceso de perfeccionamiento del cual aún no me ha sido revelada su naturaleza. Solo se, y así me lo ha hecho saber Emyl pocos minutos antes de verlo partir por la puerta de embarque del vuelo con destino a Toulouse, que todo fluirá poco a poco, que me irán llegando señales, y que él estará a mi lado gracias a un teléfono móvil que me ha entregado y que, ha aseverado, solo debo usar en casos extremos. Por lo demás él me ha asegurado que se encargará de todo lo demás, la gira y eso. Yo se que está sobradamente preparado, así lo he entendido al verlo adoptar la pose correcta para que el Moog Liberation no te dañe la cadera en plena ejecución de un solo.

Ya el personal de vuelo me dan la bienvenida a través de unos altavoces monofónicos: Ya estoy en Madrid.